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el bolso de Pili

Los globos

Todos corren. Algunos corren tanto para atrapar la vida en estas dos semanas, que se les escapa. Pero andan a trote cochinero, orgullosos de estar estresados.

Así, así están las calles. Compras, lista de regalos, apuntadas en un post it por delante y por detrás. Supermecados llenos de peticiones caras, para comidas largas e interminables, que necesitarán tiempo para la resaca y el almax.

Excesos mezclados con prisas, subidas de tensión, colesterol, cansancio... Y al final es lunes o viernes, ¿qué más da? La semana pasa tan rápido y... Se va.

Desde que han llegado estos días, es rara la mañana que no veo un globo escaparse, salir volando, huyendo, camino del sol desde las ventanas de la oficina. Estos días fríos, que nos vienen con sol y pegajosos de navidades, siempre traen caramelos y globos. Cada vez que veo uno de esos globos que se escapa, mientras por casualidad he dejado de repiquetear en el teclado para mirar por la ventana, me rio, respiro fuerte y casi pido un deseo, como haría con una estrella fugaz de verano. Y es que, ese globo, que ha dejado a un niño quejoso porque se le ha escapado, a mi me hace sonreir. Él, tan chico, tan inútil, y que se ha ido sin hacer ruido. Él, tan prescindible, me hace recordar que lo importante no es seguir repiqueteando aquí, detrás de la ventana. Me dice que lo importante es lo que muchos no somos capaces de ver, por no mirar al cielo. Por no pararnos y respirar. Y que lo que más vale, a veces, es lo que se va volando y sin hacerse notar. He tenido suerte, durante estos tres segundos que lo vi marcharse, me he reído y me he parado a vivir.

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