la puerta azul
Ayer pinté la puerta de mi casa de azul. Por fuera está intacta, pero por dentro, es azul mar, azul griego, casi turquesa, azul de playa de arenas blancas, azul de sonrisa de acero y azul de tu bañador y mi blog.
El bote lo había comprado a principios de año. Azul, mi azul. Un bote pequeño y sin pretensiones. Nunca me imaginé que una tarde de fin de año diera para una puerta entera. También había comprado un pequeño rodillo, para que la pintura quedase bien extendida y no necesitara lijar. Soy creativa pero perezosa (creo que por lo segundo soy lo primero), así que estaba todo listo para no hacer trabajo de más.
Pues eso, que en menos de una hora, la puerta de mi casa se volvió azul intenso. Y todo se llenó de olor a pintura y a plástico.
Todavía no me acostumbro al cambio, todavía me sorprende verla azul, y aún le falta una mano y colocar unos versos, los oportunos, para verlos cada mañana al salir a la calle y para que me abracen cuando vuelva cansada por la noche. Y me recuerden, me guíen, me sigan dando luz y cariño. Ahora sólo queda buscar esos versos y, después de aplicar la otra mano, dejarlos crecer.
Sin darme cuenta, empecé bien el año. Pintándome por dentro, llenándome de versos, que me despidan y me recojan cada día. Por fuera, mi casa sigue siendo la misma, pero por dentro tiene más luz y hace calorcito. Así va a ser mi año: decisivo, calmado y con luz, pero con cambios discretos y por dentro. Feliz año nuevo. Bienvenido. Espero que te quedes, como los demás, 365 días.
1 comentario
manuel -
El azul, el azur, el lapislazuli, es muy aristocrático y por eso no es corriente en la naturaleza o al revés. Lo importante es el efecto querido.